Herramientas para evaluar

 Los beneficios de evaluar con rúbricas 



En educación, utilizamos el término rúbrica para hacer referencia a una matriz de valoración donde se especifican criterios y escalas de ponderación con el fin de crear una herramienta de evaluación imparcial y transparente. Ésta sería, a mi criterio, su principal ventaja aunque sin dudas acompañada de otras más: 

  ser una guía u hoja de ruta para el estudiante ya que explicita los criterios de evaluación de una actividad, los cuales deben guardar estrecha relación a los resultados de aprendizaje. 

 mostrar expectativas de desarrollo de las diferentes actividades en relación con los distintos niveles de consecución.

permitir al estudiante monitorear la propia actividad, autoevaluándose, y favorecen la adquisición de responsabilidad ante los aprendizajes.

ofrecer una retroalimentación cuntitativa y cualitativa casi inmediata basada en estándares explicitados previamente al desarrollo de la tarea.

La lectura del material teórico me permitió conocer acerca de la potencialidad de esta herramienta en el marco de la evaluación formativa que es el tema central del curso Evaluación en Ambientes Digitales (EVAD). Confieso que sólo había accedido a las rúbricas análíticas, no porque yo las hubiera diseñado para evaluar a mis alumnos (aún no me he sentido segura para hacerlo) sino porque en estas capacitaciones me han evaluado con ellas. Las he consultado más de una vez para definir los criterios a la hora de valorar producciones como mapas mentales o infografías. 



Al analizar los dos tipos de rúbricas: la holística o general y la analítica o descriptiva, comprendí que lo que suelo hacer cuando evalúo se parece más a la primera opción. Explicito a mis alumnos los criterios de evaluación de modo general, asigno un puntaje proporcional a la relevancia de cada uno, pero no especifico niveles de desempeño. Esta configuración es sencilla y rápida, pero al momento de corregir y calificar el trabajo se vuelve más lento y arduo porque hay que brindar una retroalimentación que justifique el nivel de logro asignado y representado en el puntaje obtenido. 


Por lo anteriormente dicho, he llegado a considerar que la rúbrica analítica sería una opción provechosa, especialmente para quienes deben evaluar a una cantidad considerable de estudiantes, como es mi caso. Lleva más trabajo diseñarla, pero agiliza bastante la tarea de corrección. 

Puesta a trabajar en el diseño de una rúbrica analítica, me fue de gran utilidad consultar los catálogos propuestos. De ellos extraje ideas sobre la formulación de los criterios y niveles de desempeño. Con esta ayuda me resultó menos complicada la tarea. Creo que la pericia en la confección de rúbricas se logra con la práctica habitual.

Cuando comencé a capacitarme en el uso de las TIC e incorporar a mis clases actividades evaluadas para sintetizar y comunicar la información histórica como por ejemplo infografías, presentaciones, mapas mentales, etc. se me plantearon interrogantes sobre ¿cómo evalúo esto? ¿qué miro en esta producción?, ¿evalúo sólo lo conceptual o también el uso de la herramienta digital?. Respecto a este último interrogante comprendí lo importante que es conocer el funcionamiento de la herramienta antes de proponerla y además concluí que los criterios de evaluación se van perfeccionando a medida que ponemos en práctica una actividad y como docentes vemos los errores frecuentes que cometen los estudiantes. En base a ello, perfeccionamos los criterios anticipándonos a esos errores. Esto lo tuve especialmente en cuenta al confeccionar la guía de evaluación de la actividad 6 que nos permitía dejar comentarios preconfigurados para agilizar la retroalimentación. Pensé esos comentarios previendo errores ya observados.

Mi última reflexión acerca de la tarea realizada, tiene que ver con la mirada más detenida que he hecho sobre los resultados de aprendizaje, procurando  en todo momento su adecuación a las actividades y criterios de evaluación.

Seguimos aprendiendo y leyéndonos. ¡Hasta la próxima!

















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